
¡Que bien le sientan los años a Antonio Luque!
Hacía ya tiempo que no dedicaba una entrada a un álbum, y no será por discos interesantes en estos últimos meses (véanse el debut de Yuck, o el segundo de los Smith Westerns...) pero por alguna razón "Presidente" consiguió animarme.
Como me adelantaba a decir, los años pasan por Luque (o Sr. Chinarro, o como prefieran) y le sientan mejor que a un buen vino.
¡Ojo! Que ni se me pasa por la cabeza olvidarme, y mucho menos infravalorar, esa oscura etapa de letras enrevesadas y de antecedentes post-punk con las que el músico sevillano empezó sus andadas, pero Luque
se caracteriza
(además de por otras cosas) por su constante y efectiva evolución.
Precedido por
"El fuego amigo",
"El mundo según" y
"Ronroneando", el onceavo trabajo de Chinarro era de esperar que siguiese unas líneas parecidas en cuanto al costumbrismo de sus letras, los tintes castizos y tradicionalistas de su música y la luminosidad a la que ya nos tiene acostumbrados.
Cierto que es el trabajo más accesible de Sr. Chinarro, y a esto ayudan canciones como el single
Vacaciones en el mar o
Una llamada a la acción, pero tranquilizaros, que sea de fácil escucha no quiere decir que merezca un sitio en vuestra pila de "
nomegustanporqueescomercialyfacilón", de hecho puede resultar algo más comercial que de costumbre, pero de facilón nada: si
"Presidente" se distingue por algo de los últimos discos es por sus cuidados arreglos, que acompañan a
casi todas las pistas del álbum, y que nos dejan maravillas como
Babieca, esa ensoñación de un Luque en cuerpo del Cid que rápidamente se convierte en la indispensable del disco, las delicadas
María de las Nieves o
El cuchillo y El Pastel o las responsables de evocar una sonrisa
La Lección y
San Borondón, canciones donde Luque más se aleja de sus inicios y muestra su faceta más alegre y despreocupada.
Son dos décadas de Sr. Chinarro y diez trabajos de colección, pero no niego que, en espera de este onceavo y en un momento de 'falta de fe', miedo sentí por lo que podía salir del estudio, sobre todo sabiendo que la novela ocupó gran parte del tiempo de Luque, y temiendo un resbalón ante ciertas "cagadas" de cierto/s grupos del panorama español
(que me guardo para mí, ustedes ya tendrán en mente las suyas). Pero tras darle varias vueltas a
"Presidente" y con el miedo ya fuera del cuerpo, me aventuro a decir que, la madurez que Antonio Luque gasta, le dará más de una alegría a nuestros oídos.
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Babieca, de
"Presidente" :