Crónica: Primavera Club 2010 - Viernes

Fotografía de crlsblnc

Es domingo por la tarde y no sé lo que pasará esta noche en la Rock Kitchen, pero muy duras se tienen que poner las cosas para superar lo de este viernes. Sin duda la mejor jornada de esta edición del Primavera Club, el viernes empezaba de nuevo en la sala galileo, el Neu! Club vaya.
¿Que pasaría si Broken Social Scene se juntasen con Sigur Ros? Posiblemente harían un proyecto de lo más parecido a Rubik. A pesar de que sus grabaciones puedan transmitir un estilo completamente distinto, los siete componentes del grupo subidos a las tablas de la Galileo dieron un directo espectacular, y reitero, como unos Broken Social Scene conducidos por Jonsi, y si no los alli presentes haced memoria y pensad en los falsetes de Artturi.
Un espectáculo detallista, que junto a la locura de su cantante, las guitarras, los coros, las pequeñas percusiones, el trombón o el clarinete allí presentes convirtieron esa hora en uno de los mejores momentos de este festival.

Una pena no poder decir lo mismo de la pareja que seguía a los finlandeses. Zola Jesus tomaban el relevo que a contraste con toda la pandilla de Rubik, la frialdad de sus dos componentes y los repetitivos aspavientos de su cantante no conseguían llenar el escenario del Neu!

Con el cambio de sala llegabamos a El Sol, donde unas correctas Frankie Rose & The Outs hacian un repaso de las canciones de su álbum homónimo, más suaves de lo que su aspecto Rockabilly dejaba ver y más crudas que en su LP su directo de unos 45 minutos no se dejó ningún tema esencial en el tintero, véanse Candy, Little Brown Haired Girls o Must be nice.

Otro paseo en Metro para llegar a la sala Caracol a ver a Lüger, madrileños a los que asistí por recomendación y que resultaron ser el gran descubrimiento de este festival. Otro conciertazo que se suma al de Rubik.
Con una atronadora guitarra perfectamente situable en los 80 en medio de esa fiebre de las distorsiones pedaleras, unas lineas de bajo resquebrajantes ambos mezclados con un espiritu robado a unos Kraftwerk que de alguna manera fueron situados en los 60 y el boom de la psicodelia.
Una propuesta, y hablando en plata, acojonante, que desde aquí le deseamos lo mejor para el futuro.
Tras ese semejante pepinazo de concierto se subian al escenario de la Caracol una pandilla de tíos sacados de finales de los cincuenta. Se hacen llamar The Jim Jones Revue y sin complicarse la vida y tocando el Rock'n'Roll de nuestros padres, ese con el que empezo todo de la mano de Chuck Berry, Little Richard y toda esta gente. Sí, pueden resultar algo pesados para más de uno, y más en un festival con una oferta tan diferente como es el Primavera Club, pero el espectáculo allí ofrecido no tiene nombre. El teclista que (y perdón por la comparación) debía de llevar sangre en las venas del mismísimo Jerry Lee Lewis dió todo un show que le costó acabar chorreando por todos los poros de su piel. Eso sí, y esto es algo que no me puedo callar, el cantante era insoportable.

Era hora de cambiar el chip, y tras una cola en el CBA que casi nos cuesta la actuación de Holy Fuck entrabamos para ver como la sala de las columnas estaba abarrotada de gente saltando como loca al ritmo de los de Toronto. El de Holy Fuck es el típico caso en el que las canciones se quitan la máscara en directo mostrando una brutalidad que se esconde en la grabación de estudio, y la verdad, no hubo ni ninguna queja con el sonido de la sala de columnas esa noche, de hecho le dió al concierto un aura especial. Me veo en la obligación de resaltar dos momentos de demencia colectiva, y estos fueron cuando llegó el turno de Stay Lit y sobre todo de Red Lights.

En cuanto al final de la noche llegó para nosotros con media hora del concierto de un grupo que es otra genial propuesta que viene de la mano de Discoteca Oceano (sí, los mismos que publicaron al Guincho y a los Thelematicos). La banda en cuestión se llaman Los Massieras y tiene delito que a estas horas no estén sonando ya en todos y cada uno de los garitos madrileños. Con una electrónica fusión que a ratos traía un poco de funk o música folklorica cuatro hombres que se hacían acompañar de unas proyecciones de lo más interesantes, mezclaban las bases programadas de sus MacBook con baterías electronicas y percusiones de lo más peculiares. Imposible estarse quieto cuando son ellos los primeros en echarse a bailar y sentir cada una de las notas que despachaban en esta sala de las columnas del Circulo. Viernes glorioso sin lugar a dudas...

1 comentario:

iaGo dijo...

Tego que escuchar a los Rubik esos, que solo lei buenas criticas de su concierto...

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