Crónica - The Black Keys, del garaje al estadio


Lugar: Palacio de los Deportes (Madrid)
Promotor: Doctor Music
Fotografía: EFE
Puntuación: * * * *

¿Quién iba a decir hace 4 años que The Black Keys llenarían un recinto como el Palacio de los Deportes? Un grupo de blues-rock, de garage, sobrecarga fuzz y mamporros para astillar las baquetas, bourbon y sudor. Pero claro, esto empieza a cobrar sentido en "Brothers", aparecen los riffs y estribillos coreables y los singles aparecen en anuncios y videojuegos del "deporte rey". Pero aún así, ¿sirve esto para aunar 18 mil personas a unos 45€ la entrada? Podría funcionar, pero todavía nos falta un giro en la trama de los de Ohio: nos falta el hombre bailongo, el riff pegadizo... nos falta Lonely Boy.

Antes de volver con el dúo (+ 2) recordar que esta noche también tocaban The Maccabees que en la historia reciente no consiguen pisar suelo madrileño sin ser teloneros ya sea de los Black Keys o de los Editors. Qué bien que nos traen a un grupo como Maccabees de teloneros, qué bien suena su último trabajo... qué bien estaría que al poner los horarios tuviesen en cuenta que vivimos en España y que un miercoles por la tarde la gente tiene obligaciones y que tiene suerte si llega al principio de The Black Keys o mucha suerte, como es mi caso, que conseguí ver dos canciones de los de Brighton. Lo poco que pude ver, sonó bien. El broche, Pelican ese pedazo de single que sonaba mientras la gente llegaba a cuenta gotas.

Media hora después, y como estaba programado, el grupo salía y la gente había llegado. El palacio hasta los topes, Dan Auerbach con camisa de "vaquerito" saluda frente al bullicio y Patrick Carney tan tranquilo se sienta frente a su batería. Suena Howlin' For You. El personal enloquece y no es para menos, el punto de salida promete, entre los porrazos de Carney y la sucia guitarra de Auerbach. Con Next Girl los animos se calman, aunque impresiona (e ilusiona) que arranquen con dos canciones anteriores al 2011. Run Right Back y la marea vuelve a saltar. Same Old Thing, Dead and Gone, Gold on the Ceiling...

"El Camino" es uno de los grandes discos del pasado año, un buen álbum, pero sin duda más flojo en su totalidad que sus hermanos mayores. El concederle sitio para siete temas en el setlist es sin duda por motivos de presentación, al igual que los siete de "Brothers" al ser el segundo en la cola, pero con siete álbumes a sus espaldas dejan sin sitio a temas ineludibles o incluso a su primer trabajo "The Big Come Up". Aún así suenan enormes y claro, si vende, es lo que nos queda. Que la gran mayoría celebre más Run Right Back que I Got Mine nos lleva de nuevo a las primeras líneas de esta crónica.

Dejando atrás gustos y preferencias es inevitable admitir que la fuerza que cobraron durante Thickfreaness, Girl is On My Mind y Your Touch mientras ellos solos estaban sobre el escenario apenas se repitió en toda la noche: los golpes de Patrick Carney eran más sentidos y la guitarra de Dan, a base de distorsiones, cobró una dimensión mal suplida por el guitarra acompañante en los otros temas, inevitablemente hubo momentos que parecía sonar la Airline de Jack White y su nave de pedales.

Más canción de griterio y emoción con Little Black Submarines, posiblemente la que mejor sonó del último trabajo, cruda y con un organo que por fin cumplía una función junto a la barrera de sonido que elaboran los Black Keys. Le siguieron Money Maker, Strange Times, Sinister Kid una coreada Nova Baby, Ten Cent Pistol y un excelente último bloque (previo a bis) con She's Long Gone, Tighten Up y por supuesto Lonely Boy que cumple su trabajo como hit, demencia colectiva y queda como otro momento reseñable en un setlist de hora y media. El paripé y vuelta al escenario para dos más: bajo una enorme bola de espejos lo peor de la noche, destrozando Everlasting Light la pose de Dan Auerbach pasa de lo curioso a lo rechazable (y aquí es cuando yo digo: ¿No os quedaría mejor dejar a todos atontados con Set You Free por ejemplo? Por suerte el cierre estuvo a la altura del resto del concierto y con I Got Mine sacaron a relucir de nuevo esas raíces de Americana, de rock, de blues.

Sin duda un directo obligado, aunque llegado este momento siempre se echará en falta no poder coincidir con ellos dos en una sala, aunque no haya pantallas con imágenes simultáneas, bolas de espejos o iluminaciones imposibles, ellos no las necesitan.

1 comentario:

Kiko dijo...

Totalmente de acuerdo. Con todo.

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