Crónica: El surfpop de Best Coast calienta Madrid, a medio gas...

Con cara de tontos nos quedamos cuando entramos (más pronto de lo aconsejable) y vimos a no más de 15 personas esperando para el concierto de Bethany Cosentino y sus colegas. Suerte que la situación cambió muy radicalmente desde ese primer momento porque las lágrimas que la cantante derramó de emoción (sin comentarios) al final del concierto hubiesen sido de tristeza.

Bethany se conforma con muy poco, o está muy mal acostumbrada, y cuando digo esto lo digo con razón y sin malicia alguna: igual necesito revisarme la graduación de las gafas, pero el justo entusiasmo que el sábado mostró el público en el concierto de los californianos no se merecía ni mucho menos las lágrimas de alegría de esta mujer, igual es que al ser el último concierto de la gira la mujer tenía mucho por lo que llorar...

Dejando atrás el capítulo de Cosentino y el amor exacerbado por sus fans españoles, el show de la sala Heineken fué correcto, ningún adjetivo lo definiría mejor: no fué más de lo que ya nos ofrecían en sus grabaciones, cualquiera que hubiese escuchado su álbum asi como sus anteriores singles y eps no se iba a llevar ninguna sorpresa, pero en eso los de Best Coast jugaban con esa ventaja: dió la impresión de que no todos los presentes se conocían temas que allí sonaron como inéditos, véase The sun was hight (So was I) o la versión de That's the way boys are.

En cuanto al resto del repertorio, se hizo muy breve, pero casi completo, dejando atrás como mucho un par de pistas. Tras una hora de concierto, con su correspondiente bis, el grupo se bajaba del escenario dejando claro que lo suyo no es dar un espectáculo glorioso sobre las tablas, sino cumplir, tocar lo que a ellos les gusta y de la manera que les gusta, sin complicarse la vida vaya: un par progresiones para la guitarra, no más de cuatro ritmos de batería y letras de amor de las que ya se cantaban en antaño... la cosa es que funciona.

Todo vuelve, pero sigue gustando, y mucho, si no que hagan memoria los allí presentes a ver si había mucho sitio para esparcirse a lo largo de la sala...