Emergentes - Mvnich


Para los melómanos, la búsqueda de algo nuevo que les lleve a otra cosa, esa que no se puede explicar con palabras y se traduce en el play-replay de una canción o un disco, puede llegar a ser frustrante. Pero a veces, esa ‘otra cosa’ llega a ti. Y puede que incluso estuviese más cerca de lo que creías. Su nuevo trabajo es ‘INA’ y ellos son Mvnich. Con uve.

Con este trabajo grabado entre su ciudad natal, Vigo, y los estudios de El Tigre de Bilbao (regentados por We Are Standard), nos encontramos en terreno conocido, en esa leve oscuridad ruidosa en la que nos hicieron sentir cómodos cuando hace unos años telonearon a Los Planetas o The Mary Onettes. Pero aquí hay algo más. Aquí hay mojo. Mucho y atrevido, como en ‘Bon Soir Ina’, un tema (sin duda de los mejores) que roza la esquizofrenia con melodías incómodas que nos hacen flotar hasta el radiador de ‘Eraserhead’, por lo menos.

Ya no hay lugar para lo naif. Se han lanzado experimentando sus posibilidades y, si antes nos remitían más al ‘Disintegration’ de The Cure (sin ánimo de sacar pedantes referencias) quizás ahora pisan más sobre las distorsiones de My Bloody Valentine y hasta una pizca sobre el canallesco y enfermizo de Suicide.

‘INA’ crea cierta atmósfera - esa que poco a poco se desvanece con la forma actual de fagocitar grupos por singles- muy bien llevada por temas más relajados (‘A Bigger Soul Than My Heart’) en contraposición con la laberíntica expresión de ‘Satin Dolls’ o la provocativa ‘Silver Rain’. Pero pese a que el discurso del disco, en general, sea grandilocuente cuasi épico (como ejemplo, ‘The Outside Ghost’) no se descuidan los detalles, esas ‘pequeñeces’ que aportan tanto placer auditivo. Me refiero a la guitarra de fondo fondísimo que suena imparable mientras Guillermo Zapata se deja las cuerdas vocales en la parte final de ‘Hideout’, o a la guitarra reverberada y nunca muda de ‘Whisperless’. Aquí cada capa se construye con ‘sentidiño’ hasta en los temas o las partes en los que parecen perder toda la razón. Y esa es la clave del ruido bien hecho. Que no se notan las puntadas. Pero las lleva insertas en una identidad definida, con empaque.

Ahora queda lo más importante: saber cómo sonarán en directo los ocho minutos de explosión musical in crescendo de ‘Dream K’, comprobar cómo defienden Mvnich este discurso de sueños y pesadillas en el escenario y entender, de una vez, qué demonios es ‘INA’.
Solo hace falta hacer un chequeo de los ‘tags’ de INA para darse cuenta de que está llena de fantasmas, susurros, almas, refugios y sonidos más grandes, llenos de la magnificencia onírica en la que atrapan desde el primer corte, ‘Magnicide’. Porque quizás INA sea eso, un magnicidio magnífico de su Munich (con u) anterior. Vamos, que si quieren sangre, que nos la sigan dando.
María F. Carballo

1 comentario:

iaGo dijo...

Un grupo a tener muy en cuenta!

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